sábado, noviembre 17, 2007
Aquí
Estás en las volutas de mi mente.
En las hojas de mis libros
En las luces del crepúsculo
Y conmigo pensando qué escribir.
Estás en la banqueta hablándome
En la calle donde pasa el autobús
En la tienda donde vamos
Y sabiendo que escribo para ti.
Estás aquí desde hace tiempo
En las arrugas de mis ojos
En las caricias de mis dedos
Y en mi alma desvariada.
Estás en la lluvia que aún no cae
En las tardes que no llegan
En las flores que no fueron
Y en los sueños por venir.
Estás dando vuelta a los recuerdos
En los proyectos que construyo
En las cosas que no puedo
Y en lo que diga el destino.
Estás como paloma que no escapa
A los pasos de una niña
Caminando lado a lado
En lugares que no existen
Estás porque no te has ido
En un jardín enamorado
En la silla en que te veo
Y en la sangre que me vive.
Estás aquí cuando no sé que decir
En el tiempo de nosotros
En la vida que nos queda
Y en el ansia de seguir.
Estás aquí y en un beso
En mi más mínima idea
En mi logro más profundo
Y en el corazón que te sabe junto a mí.
Blas Torillo.
domingo, noviembre 04, 2007
Tabasco inundado. Deseos
Página para buscar gente en los albergues de Tabasco y Veracruz, por nombre y municipio.
Trópico, ¿para qué me diste
las manos llenas de color?
Todo lo que yo toque
se llenará de sol.
En las tardes sutiles de otras tierras
pasaré con mis ruidos de vidrio tornasol.
Déjame un solo instante
dejar de ser grito y color.
Déjame un solo instante
cambiar el clima del corazón,
beber la penumbra de una casa desierta,
inclinarme en silencio sobre un remoto balcón,
abandonarme en el manto de pliegues finos,
dispersarme en la orilla de una suave devoción,
acariciar dulcemente las cabelleras lacias
y escribir con un lápiz muy fino mi meditación.
¡Oh, dejar de ser un solo instante
el Ayudante de Campo del sol!
¿Trópico, para qué me diste
las manos llenas de color?
Carlos Pellicer
1899-1977
Poeta tabasqueño.
Trópico, ¿para qué me diste
las manos llenas de color?
Todo lo que yo toque
se llenará de sol.
En las tardes sutiles de otras tierras
pasaré con mis ruidos de vidrio tornasol.
Déjame un solo instante
dejar de ser grito y color.
Déjame un solo instante
cambiar el clima del corazón,
beber la penumbra de una casa desierta,
inclinarme en silencio sobre un remoto balcón,
abandonarme en el manto de pliegues finos,
dispersarme en la orilla de una suave devoción,
acariciar dulcemente las cabelleras lacias
y escribir con un lápiz muy fino mi meditación.
¡Oh, dejar de ser un solo instante
el Ayudante de Campo del sol!
¿Trópico, para qué me diste
las manos llenas de color?
Carlos Pellicer
1899-1977
Poeta tabasqueño.
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