viernes, septiembre 29, 2006

Resulta que a veces...





Resulta que a veces la tristeza me gana… no sé realmente por qué, pero me gana.

Son quizá demasiados años o demasiados sinsabores, pero me gana.

Tal vez se trata de un simple desarreglo de mi persona(lidad), alguno que ni Freud ni algún otro como él habrían podido descifrar, pero me gana la tristeza.

Quizá solamente es una baja en ciertas hormonas combinada con la subida de ciertas otras, según nos quieren hacer creer entre los médicos y las farmacéuticas, pero me gana.

Es posible que las lágrimas se acumulen de más en unas glándulas que trabajen muy a tono con la productividad que nos exige la globalización, como en una presa que ya no puede recibir más agua y se desborda, pero a veces la tristeza me gana.

Me imagino que podría tratarse de un ataque de las nostalgias acumuladas, de las noches en vela por no saber qué hacer con ellas, por no tener un cajón de la inconciencia donde meterlas, pero ¿ya lo dije?, me gana la tristeza.

Podría ser el saber que habrá historias que no volverán siquiera como un recuerdo claro, de las personas que, como en cualquier tragedia de la naturaleza, deben darse por desaparecidas, pero me gana la tristeza.

O tal vez y simplemente es tu recuerdo y la certeza de que no estás conmigo ya más o la improbabilidad de que puedas volver a estar conmigo, o de que pueda volver a verte, ya sin ambiciones superiores, de lejos solamente, pero resulta a veces, que la tristeza me gana.

Blas Torillo.

domingo, septiembre 24, 2006

Ahora

Ahora que la luna comienza a derretirse en mi cabello
Ando bordando un futuro que conozco pero que no sé por dónde va.
Me entiendo con los recuerdos que revuelan en mis lágrimas
Y acepto lo que no acepto, no niego lo que me niego y sonrío…

Blas Torillo.

sábado, septiembre 23, 2006

Arguye de inconsecuentes el gusto y la censura de los hombres que en las mujeres acusan lo que causan




Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón.
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:

si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?

Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.

Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco,
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.

Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.

¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo,
y siente que no esté claro?

Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.

Opinión ninguna gana;
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.

Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.

¿Pues cómo ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata, ofende,
y la que es fácil, enfada?

Mas, entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejáos en hora buena.

Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.

¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?

¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga,
o el que paga por pecar?

Pues ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.

Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.

___

Sor Juana Inés de la Cruz (Juana de Asbaje).
El universo de Sor Juana.
Diana. 1996

Testimonios

Por las palabras que el hombre maleducadamente deje
escritas en la pared
sabremos de qué tamaño fue su grito y su furia
Por el tamaño de su pisada de su sudor amargo
que quede como huella entre la arena sabremos
hasta dónde llegó su arquitectura su tamaño
su nombre
Por el tono del eco que quedará grabado en los papeles
sucios
sabremos de su mano
de su pelo
de su hedor
de noches
del tamaño de su hambre
de su dolor
de bestia
Por las gotas de rocío que caigan una mañana
al paso del primer tranvía
sabremos de su llanto
de su amor
de su mirada triste
de su madre.

___

Marco Antonio Flores.
Poesía rebelde en Latinoamérica.
Editores Mexicanos Unidos. 1979

¿Y si si?




¿Y si sí?

¿Y si entre tanto Lenin,
coyuntura,
y organismo de base,
y compañero;
si entre tanta vigilia y Antidühring,
entre tanto plenario y cigarrillo,
se nos está infiltrando la ternura
como un disimulado agente de la CIA?

¿Y si apoyo la moción
quiere decir
sos linda?

¿Y si estoy de acuerdo en el planteo
quiere decir
qué bárbaros tus ojos?

¿Y si me adhiero
quiere decir sencillamente
que me adhiero?

Ojo compañerita, vigilancia,
que el enemigo acecha.

Analicemos el asunto
a nivel de autocrítica

Pero un poco más cerca.
Mirándonos los ojos
interminablemente,
si es posible.

___

Humberto Constantini.
Poesía rebelde en Latinoamérica.
Editores Mexicanos Unidos. 1979

Yo no lo se de cierto...

Yo no lo sé de cierto, pero supongo
que una mujer y un hombre
un día se quieren,
se van quedando solos poco a poco,
algo en su corazón les dice que están solos,
solos sobre la tierra se penetran,
se van matando el uno al otro.

Todo se hace en silencio. Como
se hace la luz dentro del ojo.
El amor une cuerpos.
En silencio se van llenando el uno al otro.

Cualquier día despiertan, sobre brazos;
piensan entonces que lo saben todo.
Se ven desnudos y lo saben todo.

(Yo no lo sé de cierto. Lo supongo)

___

Jaime Sabines.
Nuevo recuento de poemas.
Joaquín Mortiz. 1980